El Etiquetado Internacional suele ser el gran olvidado, cuando establecemos nuestra estrategia internacional para nuestros productos.

Dedicamos gran parte del tiempo a seleccionar el mercado adecuado, a fijar el presupuesto para realizar acciones comerciales y por su puesto en la puesta en marcha de estas acciones, conseguimos clientes y vendemos con nuestra tarifa de exportación, y cuando hemos vendido nos manifiesta el cliente que no nos valen las etiquetas que tenemos y que debemos modificarlas para cumplir con la normativa del país.

A priori, puede no parecer tan grave el realizar etiquetas nuevas, pero debemos recordar que nuestros proveedores nos van ha pedir unos mínimos de 20 o 25.000 unidades, para que no sean muy caras, por lo que el pedido mínimo que vendamos a este nuevo cliente, debe ser importante para que nos salgan las cuentas, o le repercutimos el coste total del diseño y realización de las etiquetas al cliente, o las guardamos en nuestro almacén con la esperanza de que el cliente repita, podamos usar estas etiquetas que hemos pedido de más, y que no sea flor de un día.

Además de este factor económico, que puede romper nuestras estimaciones de costes para el producto, tenemos el factor tiempo, no es lo mismo utilizar las etiquetas que tenemos en stock, uso inmediato del producto, o hacer un pedido de etiquetas a nuestro proveedor habitual, que debe realizar un diseño nuevo de etiquetas ajustándonos a las exigencias legales del mercado, teniendo que hacer pruebas que deben confirmar el cliente, y una vez aprobadas, el proveedor tiene que fabricarlas, normalmente como no son muchas, perdemos prioridad en su programación de producción, retrasando de media de dos a tres semanas la realización del pedido.

Moraleja: Cuando realicemos la selección de mercados, averigüemos los requisitos de etiquetado del país, y debemos añadir este coste a nuestra tarifa de exportación, para evitar sorpresas futuras.